1 – Comenzar con la siguiente oración.
Dios mío y Padre mío,
que cada día te ame más,
me abandone más en Ti
y viva más en Ti.
Jesús, Redentor mío y Dios mío
ayúdame a sobrellevar
las cruces que encuentro
a lo largo del camino
para que se conviertan
en momentos de Gracia
para mí y para los demás.
Ven Espíritu Santo,
infunde paz en el corazón,
luz en la mente,
santificación en mi alma
y amor en todo mi ser.
Podemos dedicar unos momentos a hablar con Dios Padre…
2 – Orar con los Salmos

SALMO 50
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Lávame:
quedaré más blanco que la nieve.
Oh Dios, crea en mí
un corazón puro,
renuévame por dentro
con espíritu firme.
Devuélveme la alegría
de tu salvación.
AMÉN.
3 – Meditar un pasaje de la Sagrada Escritura.

Leer, durante unos minutos, la Sagrada Escritura y meditar lo que hemos leído. No se trata de leer mucho, sino de meditar y orar a partir del texto.
Nos podríamos hacer alguna de estas preguntas:
a) ¿Qué me llama más la atención de este texto?…
b) Si se lee un fragmento del Evangelio, observar a Jesús, qué hace y cómo lo hace, que dice, su actitud hacia los demás…
c) ¿Cuál es la principal enseñanza de este texto?…
d) ¿Cómo lo puedo aplicar a mi vida?…
e) ¿Cómo lo puedo vivir mejor?…
…
Podemos dedicar unos momentos a hablar con Jesús …
4 – Reflexionar sobre un punto de meditación.

Leer un punto de meditación y reflexionar sobre él:
1. Este punto ¿es importante para mi?… ¿Por qué?… ¿En qué me ayuda?…
2. ¿Me puede ayudar a vivir mejor mi fe, a ser mejor persona, a ser más comprensivo, más solidario…?
3. ¿Cómo lo puedo vivir mejor? …
…
Podemos dedicar unos momentos a hablar con Dios Espíritu Santo…
5 – Peticiones personales, Padrenuestro y Oración final

Después de este momento de meditación se puede hacer una oración personal de alabanza o acción de gracias, y pedir por nosotros, por nuestra familia y por el mundo entero.
Podemos acabar con esta oración:
Gracias, Dios mío,
por este rato de oración.
Bendice a mi familia y seres queridos. Concédeles salud, fe, amor y alegría.
Que haya paz en el mundo y podamos vivir todos con dignidad.
Que a nadie le falte pan o trabajo.
Que colaboremos juntos en el progreso y el bienestar de la gran familia humana.
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Dios Uno y Trino,
haznos dignos de heredar tu Reino y gozar de la felicidad de los santos
en la gran Fiesta del Cielo,
por toda la eternidad.
Amén.