Hoy en la fiesta de Todos los Santos celebramos la victoria de nuestros hermanos que ya han pasado a la Casa del Padre. Después de una vida de fe y amor han entrado en la Gloria eterna. Han sido personas como nosotros, sin más cualidades que las nuestras y con los mismos defectos que nosotros. Pero su confianza en Dios, su cercanía al prójimo, su oración, su trabajo realizado con responsabilidad, su deseo de vivir el Evangelio, su capacidad de reconocer sus defectos y corregirlos, el deseo de Dios en su corazón… les ha llevado a ser coherederos con Cristo de la Gloria que el Padre tiene preparado para todos nosotros.



